miércoles, 24 de abril de 2013

Y me eché a dormir

Fueron tantas veces las que me pareció reconocerla en aquella que se paraba frente a mí... pero bastaban unos días para darme cuenta de mi error, ese lunar era pintado y se borraba con las primeras caricias. Caricias fueron, al fin y al cabo, y placer, que no todo lo bueno de la vida se ha de llamar Ella ni se ha de llamar Amor. Había que jugar, pues, la partida que nos tocaba.

Yo no, yo no me paré nunca ante nadie excepto una vez y ella no me reconoció, sería que no era yo. Tanto da que no fuera ella como que no fuera yo. Me di cuenta de que de nada había servido buscarla sin criterios o con ellos, de incógnito o con un clavel en la solapa, en el bar de la esquina o en las antípodas... Si había de venir, lo haría por su propio pie sin ser llamada. En cualquier lugar del mundo estará, me dije, y entre partida y partida, me echaba a dormir, como esa mañana en que ella me despertó.

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