martes, 23 de abril de 2013

Ya no quiero aprender más del amor

Dicen algunas religiones y filosofías que todo lo que nos trae la vida es para que aprendamos y que cuando perdemos algo tenemos que darnos por satisfechos porque también eso es un aprendizaje: la puerta que se cerró y las que se abrirán por haberse esa cerrado. No sé si esas teorías invitan al conformismo o a la resignación. Lo único que sé, por si sirve como alegato, es que en cuestiones de amor no he dejado pasar la vida en balde. 

Viví mucho y amé tanto como viví. Abandoné no obstante. Perdí también sin haberlo deseado. Amé y me amaron. Herí y me hirieron. Conocí el sabor del hastío y el de la derrota, el de la paz y el de la violencia... y otros: del deseo, de la apatía, de la decepción, de la belleza, de la fealdad, de la frustración, de la victoria, de la mujer, del hombre, de la risa, del llanto, del abandono, del placer, de las relaciones tan cortas que solo duraron una noche y un día, de las que sumaron lustros, de las intermedias, hermosas y menos... Solo falta una lección y no la quiero. No la necesito porque a fuerza de temerla ya la aprendí. Ya lo he aprendido todo del amor y aquí me planto. Ojalá tampoco ella tenga más que aprender. Y entonces, que la vida nos deje hacer el resto del camino libremente juntas y con las mochilas ligeras.

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