martes, 28 de mayo de 2013

Amor

Qué palabra más sencilla, cuántas veces mal utilizada... tan desgastada que seguramente si alguien leyera el título de este post pasaría por alto su lectura. Por usar una sola palabra como título, mucho más atractivas resultarían odio, rabia o desamor. Esos conceptos los entendemos, los conocemos en propia carne, son reales: iríamos a leer buscando eso que nos está pasando, que nos pasó o que tememos que nos ocurra. Pero el concepto amor no vende, estamos cansados y cansadas del amor -igual que de la felicidad- como concepto vacío, como un punto inalcanzable, utópico, una leyenda, un cuento de viejas, un dulce en un escaparate de cristal blindado.

Esto no es un bote de caramelos,
es amor.
Pasamos media vida o la vida entera tocándolo con la punta de los dedos. Si lo sentimos, lo alojamos en el alma junto al miedo, amigos inseparables los dos. Y razones no faltan para que vayan de la mano. ¿Cuántas veces sentiste que no querías tanto como te querían a ti o a la inversa? ¿Cuántas veces no viste que aquella historia tenía los días contados? ¿Cuántas veces quisiste creer en el amor y recibiste un zas en toda la boca? ¿Cuántas veces dejaste de creer en él y maldijiste todos los cuentos, novelas y películas que te hicieron creer que existía? Sensiblerías, oíste decir y te dijiste. De hecho las novelas románticas son cuentos de viejas, no venden... y no venden porque nadie se las cree. Por supuesto que hablo del amor de pareja.

He hecho recuento y diagnóstico de mis amores: En el primero acabé desenamorándome por desgaste, en el segundo me abandonaron cuando me moría de amor, en  el tercero por no creer en el amor que me daban salí corriendo, en el cuarto... en el quinto... ¿Cuántas veces sentí que había correspondencia en intensidad y calidad entre el recibido y el dado? Ninguna. ¿Cuántas veces tuve razones para apostar por una historia, creer en ella y despojarme del miedo? Una, que resultó un espejismo. El amor siempre nació con alguna carencia y de ella se acabó muriendo: carencia de equilibrio, de madurez, de confianza, de intensidad, de pasión, de deseo, de compromiso o de respeto, por mi parte o por la otra. Así que acabé renegando de él y me conformé con recibir y alguna vez dar migajas, placebos de amor.

Artículos que he encontrado al respecto:
  •  No creo en el amor. Todamujeresbella.com. ¿Esperanzador? "Amanecer cautiva de amor" acaba llevándote a buscarlo en la amistad, la familia y las cosas cotidianas.

Pues bien, con la misma contundencia que ayer lo negaba, hoy confirmo la existencia del amor real, intenso, correspondido, equilibrado, apasionado, tranquilo, comprometido, sincero, tierno, fuerte, maduro y niño a la vez, fresco, vivo, muy vivo, un amor con cimientos y horizontes, ese que no está casado con el miedo. Me comprometo a no manchar con mi dolor esa evidencia si algún día se acaba muriendo... y es que aún no he podido verificar -por falta de tiempo- que ese amor pueda durar lo que dure la vida.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Tienes la palabra