domingo, 28 de abril de 2013

Arenilla en los ojos

Creí que había dado una viejada, término que se utiliza en mi tierra cuando alguien envejece de repente.  Esto lo pensaba porque en el último mes mis párpados superiores se están adueñando demasiado de un terreno que no les pertenece, caídos y pesados sobre mis ojos. Como mi abuelo, como mi padre, pero ¿podría ser poco a poco? Y este sueño a todas horas que pica en los ojos como arenilla...

Anoche me llevaron a la capital. Preciosa y bulliciosa, llena de terrazas y locales de ocio repletos de gente. Entonces lo supe, cuando las siete personas que estaban conmigo se quejaban de tener arena en los ojos, igual que yo. Luego me hicieron ver que también la teníamos en la piel. ¿Es arena que transporta el siroco? No. Es ceniza del volcán, me dijeron.

Hoy el viento ha cesado. Ahora es una brisa agradable. Estoy sentada en la terraza de mi habitación con el portátil sobre mis rodillas. La ceniza no se ve sobre el teclado pero rueda bajo la yema de mis dedos. Por la ventana abierta de un edificio a un centenar de metros sale el Stand by me, de Ben E. King. Me pican los ojos, pero no es sueño. Mis párpados están hinchados, pero no es que me haya hecho vieja de repente. Es la ceniza del volcán.


Desde enero de 2013 progresivamente va ganando actividad.
En abril empieza a ser espectacular.

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